Cuando me preguntan qué considero un buen liderazgo, no dudo en contestar: aquel que es humano y cercano, rápido para tomar decisiones y que comunica en forma clara y directa. No es de extrañar, entonces, que al pensar en un buen liderazgo en tiempos de pandemia recuerde los liderazgos femeninos.
A nivel internacional abundan los buenos ejemplos. La Primera Ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, cerró tempranamente las fronteras del país a los visitantes extranjeros, pese a que el turismo es fundamental para ese territorio. La Canciller alemana, Angela Merkel, fue destacada el año pasado por decir desde un principio que el nuevo coronavirus era algo “serio” y que podría afectar a una gran parte de la población.
Esos dos casos han sido muy visibilizados en los medios de comunicación. Pero hay varios otros. Como los liderazgos en los países nórdicos. En Noruega, la Primera Ministra Erna Solberg destacó por haber realizado un punto de prensa en el que respondió preguntas de niños de todo el país, tomándose el tiempo para explicarles sobre el virus; mientras que, en Finlandia, la Primera Ministra Sanna Marin usa redes sociales para concientizar acerca del Covid-19. Incluso, pide ayuda a los influencers —personas con miles de seguidores en redes, que suelen replicar sus acciones— para difundir sus mensajes oficiales.
Esos ejemplos son una muestra más de lo que varios estudios internacionales y expertos en temas de género han dicho: cuando las mujeres lideran y participan en la toma de decisiones, prestan más atención a asuntos sociales, a los sistemas de salud y a la protección social. Cambian las prioridades y la forma en que se hace política.
Si analizamos lo que ocurre en Chile, también es posible asegurar que, aunque las mujeres han sido las más afectadas por la crisis que ha supuesto la pandemia del Covid-19, también han sido profundamente resilientes.
Como directora de la Fundación Mujer Impacta he tenido la suerte de conocer el último año a muchas mujeres que en medio de la pandemia han luchado por mantener a flote sus comunidades en diferentes sentidos. María de la Luz Larraín, por ejemplo, Premio Mujer Impacta 2016, ha continuado apoyando a más de 170 emprendedoras, quienes han seguido con sus trabajos durante este período. Otro ejemplo es el de María Pía Yovanovic, quien inició una campaña sin precedentes que invita a preferir productos y servicios de la Región del Maule, uniendo a emprendedores, grandes y pequeñas empresas, mundo público y privado. Asimismo, está Fabiola Díaz, quien, percatándose de las dificultades que tienen los artesanos desde Lago Ranco hasta Dalcahue para vender sus productos, creó una plataforma e-commerce llamada Aldea Artesanal, que soluciona la falta de canales comerciales.
Todos estos casos demuestran que las mujeres pueden -y deben- asumir el liderazgo en tiempos de crisis. Más aún: ejercen un liderazgo positivo, valiente, claro y humano. Algo primordial en el día a día y, en particular, en tiempos de pandemia.
/Escrito por María Paz Tagle, Directora Mujer Impacta para El Líbero
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